De acuerdo con el Consejo Nacional de la Población (CONAPO),
en México uno de cada seis nacimientos en el país, ocurre en mujeres menores de
19 años.
El embarazo entre niñas y adolescentes se considera, desde
el punto de vista médico y social, como una situación de riesgo para la salud y
el desarrollo personal de la madre, hijo y pareja.
En mujeres de entre 10 y 19 años de edad, afecta su proyecto
de vida, limita sus posibilidades de educación, así como su desarrollo
profesional y económico.
Las consecuencias de un embarazo precoz afectan tanto a
adolescentes, como a sus familias:
1. La familia se ve en la necesidad de apoyar a la madre
tanto emocional como económicamente.
2. Se generan sentimientos encontrados acerca del embarazo.
Preocupaciones obsesivas por el bienestar del feto o enojo por asumir la
maternidad: este compromiso implica un sacrificio y abandono de muchas actividades
que deben ser parte del desarrollo normal de los adolescentes.
3. Surgen problemas de comunicación y en la estabilidad
emocional de la pareja. En algunos casos puede llevarse al extremo con
violencia física y emocional.
4. Familiares externos intervienen en la relación de pareja
y asumen roles que no les corresponden.
5. Los adolescentes sienten culpa, remordimiento y baja su
autoestima por haber fallado a los padres..jpeg)
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