Este es un espacio creado para ser una fuente de información sobre temas relacionados con la adolescencia, dirigido a jóvenes, estudiantes, padres de familia y maestros; cuenta con la colaboración académica de la Universidad Tecnológica de México. UNITEC

sábado, 21 de febrero de 2015

Sexualidad responsable

La sexualidad no solamente incluye el acto sexual, es parte del desarrollo de tu identidad. Al entrar a la adolescencia es común que inicies a experimentar con la masturbación y fantasías sexuales, lo cual va llenándote de dudas que generalmente quedan sin responderse.
A pesar del bombardeo de información y los esfuerzos que se hacen para conseguir una educación sexual de calidad es común que niños y adolescentes no presten suficiente atención a lo que los adultos intentan transmitirles (tanto padres como maestros) además de que para estos últimos puede resultar difícil hablar de estos temas que por mucho tiempo se han considerado “tabú”.
Conforme vas creciendo es común que vayan apareciendo los primeros contactos físicos (besos y/o caricias) más a manera de exploración, lo que posteriormente llevará al inicio de las relaciones sexuales.
Si bien es cierto que muchos jóvenes al iniciar su vida sexual mantienen una relación monógama con su pareja hay otros que, por afán de experimentar o por mera presión de sus pares buscan tener tantas parejas sexuales como les sea posible, lo que los lleva a exponerse a riesgos que pueden llevarlos a enfermedades muy peligrosas de las que muchas veces no tienen conocimiento.

El inicio de las relaciones sexuales

Una duda que comparten adultos y jóvenes es cuándo se deben iniciar las relaciones sexuales, más si éstas incluyen el coito, lo que implica riesgo al embarazo y mayor peligro de contagio de enfermedades de transmisión sexual. Preocupa en especial el cómo saber el momento adecuado para iniciarse. Aunque, en realidad, los comienzos son muy paulatinos: cogerse de la mano, un beso en la cara o en la boca, caricias... No obstante, al final la duda se concreta en saber cuál es la edad buena para empezar las relaciones sexuales completas. Lo ideal es que se llegue a ese momento preparado psicológicamente y que tanto el protagonista como sus progenitores y educadores lo interpreten como un acto de responsabilidad y libertad. Por lo tanto, la respuesta a esa duda no se puede reducir a ofrecer una edad para iniciarse, porque el criterio cronológico no siempre se corresponde con la madurez afectiva. La respuesta supone un análisis de la situación que comprende diferentes factores.
En primer lugar, el adolescente debe analizarse a sí mismo y descubrir cuál es su actitud personal ante el sexo, así como si es responsable para asumir las consecuencias de mantener relaciones sexuales con otra persona. Debe ser lo suficientemente maduro o madura como para adquirir una protección adecuada para prevenir un embarazo y enfermedades de transmisión sexual. Pero también hay que ser maduro para hacer frente a unas respuestas emocionales y complejas, muy importantes para definir el futuro comportamiento. Se inician los desengaños amorosos, el enamoramiento, la necesidad del otro.
Después llega el análisis del otro, es decir, de la persona con la que se va a tener relaciones. Hay que estar seguro de que ofrece confianza y respeto. Debe ser una persona adecuada con la que compartir la intimidad, y a la que se llega desde la plena libertad, no con el propósito de satisfacer los deseos del otro sin conocer los propios.
Para terminar, merece la pena reflexionar sobre la familia, el entorno y el grupo. Las relaciones sexuales pertenecen a la intimidad de las personas, y por ello no hay obligación de compartir con los demás detalles sobre ellas, salvo si se quiere hacer o se necesita hacerlo; mucho menos seguir los dictámenes de los otros sobre el ejercicio de la sexualidad. Los amigos lo son en la medida en que respetan al prójimo y no le llevan a hacer cosas que no quiere o no está seguro de querer. A los padres y madres, por lo general, les costará entender a sus hijos como seres sexuales. Esto resulta comprensible pero no debe empujarles a coartar la libertad de sus hijos.

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